Viajar en crucero por primera vez

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Viajar en un crucero por primera vez y sola, durante varios días, me ha permitido divagar, descansar y a la vez ofrecerme un halito de sensatez ante una afición que engancha a muchas personas que con orgullo se reconocen “cruceristas” y que a otras no les ha logrado seducir del todo.

Observar desde la ventana como íbamos avanzando en ese sendero de olas azules que pintaba el mar, fue uno de mis mayores disfrutes en la embarcación.

En un barco de estas dimensiones se podían hacer muchas cosas, pero la esencia la encontré en el movimiento, algo que creí desde un comienzo que seria mi gran impedimento a disfrutar. La incuestionable compañía del mar en proa y en popa, a babor y a estribor.

Todo lo demás me resulto secundario; sin dejar de lado los exclusivos restaurantes para deleitarse de comidas típicas, la increíble y sofisticada sección de samsara spa, los shows y como broche a tanto glamour constante, las bajadas a las excursiones; playas increíbles que te permitían conocer lo justo de cada lugar.

Las sensaciones de viajar en un crucero por primera vez, solo uno debe vivirla aunque sea por única vez. Te va a permitir desconectarte del mundo a partir del momento inmediato en que te subas. Los días de navegación serán los días más exclusivos que hayas tenido contigo mismo en la vida. Será lo que podemos definir como una “cita consigo mismo”.

Podrás ser dueño del tiempo y no de un maldito reloj. Las olas del mar serán las únicas vecinas que te acompañen día y noche. El stress seguramente quede en el puerto y a bordo subirán las ganas de dedicarte a ti mismo, algo a lo que todos tenemos derecho.